viernes, 30 de marzo de 2018

EL ORDEN ORIGINAL DE LA BIBLIA



Desde el Génesis de Moisés hasta el Apocalipsis de Juan, el Espíritu Santo mostró oportunamente Su Palabra a sus autores humanos, a fin de que el propósito de Dios alcance su objetivo y reconcilie todas las cosas en Cristo. La Escritura Sagrada fue revelada a los santos profetas, apóstoles y evangelistas, y sólo a ellos (y no otros) se les encomendó el texto y la conformación del Canon. Sin embargo, por increíble que parezca, la estructura de la Biblia llegó a ser distorsionada de su orden manuscrito original y subdividida, añadida y nuevamente “compaginada” en una forma burda, innecesariamente enrevesada y difícil de entender, siguiendo tradiciones basadas en prejuicios tendenciosos y en el reclamo absurdo de conjeturas y suposiciones que obedecen a intereses religiosos inconfesables y por ende… diabólicos.
 La forma original de la Biblia, en cambio, es maravillosamente sencilla. Su estructura interna muestra un patrón simétrico artísticamente diseñado: 49 autores en 49 generaciones escribieron los 49 libros de la Obra más excelsa divinamente creada y completada. Cual firma indeleble de su Autor, el número 49 muestra su preciosa relación completando la cosecha de sus frutos en 7 semanas de días (7 x 7), las 7 fiestas solemnes en 7 meses (7 x 7)  y el ciclo sabático en 7 semanas de años (7 x 7). Sus 22 Libros Hebreos y sus 22 Griegos convergen apoyándose en los 5 Libros de la Piedra Angular y Su Espíritu. 
 Lamentablemente, hasta el día de hoy no existe una Biblia fielmente conformada. Ninguna Versión sigue el orden manuscrito original, ¡y esto es un hecho! Por fines exclusivamente comerciales, los editores bíblicos siguen favoreciendo el orden tradicional prefijado en la Vulgata Latina. Solo unos pocos se atrevieron a denunciar estas alteraciones de secuencia adoptadas por meras razones político-religiosas.
 Quien consciente de esta realidad nada hace, no debería suponerse lejos de la particular imprecación de Jeremías (48.10ª). Para quien lo hace bien y tañe con júbilo (Sal.33.3), le sorprenderá agradablemente, le resultará especialmente beneficioso entender la claridad con que las múltiples enseñanzas de la Biblia emergen como una única doctrina.

Tomado de: http://www.labiblia.org/index.php?option=com_content&view=article&id=190&Itemid=543


👇  Para ampliar mira el siguiente documento: El orden original de la Biblia



El siguiente vídeo te ilustrara y te ampliara un poco más del orden original de la Biblia:






Y el siguiente vídeo para que amplíes un poco más sobre la Biblia Original:








TRADUCCIÓN CONTEXTUAL



Esta disciplina procura presentar al lector una idea comprensible de lo que sin duda es la obra literaria más compleja del Universo. La exposición detallada de los postulados de la traducción contextual son extensos. No obstante, resumimos ahora el concepto diciendo que:

Por traducción contextual se define inicialmente una disciplina que (a) enmarcada en las reglas que controlan la gramática general del lenguaje, pero (b) sin perjuicio de la coordinación subordinación gramatical registradas en el Texto Sagrado, (c) transmita toda la intención, fuerza y lucidez del original, (d) defienda su brevedad y simplicidad, (e) preserve su pureza y (f) respete sus asimetrías, asperezas gramaticales y redundancias, (g) valore la riqueza del estilo literario lograda a través del tiempo, y los beneficios que de allí se derivan al retardar los cambios que corrompen el lenguaje; y finalmente (h) refleje de manera consistente las conclusiones que por la sana exégesis y el trazo contextual (cercano o remoto), surgen de la analogía y armonía espiritual latentes en toda la Escritura.

La valoración literal de la Biblia fue un fundamento firme en la iglesia primitiva. Evidentemente, la extraordinaria influencia del Señor Jesús sobre sus apóstoles en torno a la forma de interpretar la Biblia, tuvo las más trascendentales consecuencias. Ireneo nos da el sentimiento general cuando afirma que lo que el entendimiento puede usar diariamente, lo que se puede saber fácilmente, es aquello que se halla delante de nuestros ojos, sin ambigüedad en la Santa Escritura, literal y claramente.

En los tiempos del Señor Jesús existían dos escuelas de interpretación, y ambas, decimos con pesar, manipulaban la Escritura, unos para invalidarla a favor de sus tradiciones, y otros siguiendo el arte disoluto y engañoso que cambia el significado de las palabras, como pretenden hacer los alquimistas con las transmutaciones de la materia, haciendo de cualquier cosa lo que les place, y al final, reduciendo a la nada toda verdad. En oposición a estas escuelas, y con la perfección que lo caracteriza, Jesús enseñó a interpretar el texto en su contexto, observando las exigencias de la gramática, en armonía con el plan divino de las edades. Y así en esto, como en todos los otros aspectos de su maravillosa vida, Él nos dejó el ejemplo para que siguiéramos sus pisadas y entendamos que ninguna profecía de la Escritura produce una explicación propia (2P. 1.20), y exclamemos: ¡La suma de tu Palabra es verdad! (Sal. 119.160). Es por ello que durante el proceso de traducción, el editor ha sostenido como regla infalible que donde una construcción literal se sostiene, lo más remoto de la letra generalmente es lo peor. Si Dios tiene verdaderamente el propósito de hacer conocer su voluntad, Él adapta su mensaje a nuestra manera de comunicar pensamientos e ideas. Si Dios dio sus palabras para ser entendidas, es natural que Él transmita la Escritura con el sentido designado conforme a las reglas gramaticales que controlan el lenguaje (que Él mismo inventó) y que, en vez de buscar un sentido que las palabras mismas no contienen, se debe obtener principalmente el sentido que las palabras obviamente abarcan, dejando campo necesario para el lenguaje figurado cuando así lo indica el contexto, según el fin o la construcción del pasaje. Por literaldamos a entender la interpretación gramatical de la Escritura.

Honrando la maravillosa perspicuidad de la Escritura, incluimos un breve comentario sobre Mt. 1.6 en donde muchos Mque sigue el TR, añaden que había sido esposa. Es verdad que cuando Betsabé se casó con David, Urías ya había muerto, y solo así ella había sido la esposa de Urías. Pero el Texto Sagrado nada dice acerca de esta historia. Todo lo que dice es que ella era la de Urías. Y sea esposa o concubina, por lo menos aquí es dejado indefinido. De esta manera, la pedante inserción del escriba, aparte de añadir a la Escritura, en este caso particular, hace que la elocuencia del momento de silencio del pasaje se pierda totalmente. Porque hay una razón para dejar el nombre de Betsabé entre bastidores, bien sea como esposa o concubina; y esto es con el propósito de enfatizar hasta el extremo el pecado de David contra Urías.

Los acontecimientos envueltos en la descendencia de Tamar -casi se puede oír al Espíritu decir aquí- fueron suficientemente malignos, aunque su pecado se justifica por perpetuar la estirpe. Peor Rahab, siendo prostituta de profesión, seguida por la moabita, con su terrible pasado incestuoso, las tres se acercan, no a Betsabé, sino a David, porque toda la oscuridad de su pecado solo puede exhibirse concentrando el drama de adulterio, mentira, traición y asesinato, gritándolo en el solo nombre de ¡URIAS! (Esta breve descripción de nuestro “honroso pedigrí” como raza humana, muestra la contradicción (He. 12.3) bajo la cual el Santo de los santos decidió descender de su gloria para beneficio del pecador. Tal es la intención del evangelista). Pero con la pedante inserción: la que había sido esposa, se distrae la atención del aquí sólo-importante Urías, opacando una de las parábolas más maravillosas de la Escritura, que habla mediante su silencio. 






Tomado de: http://www.labiblia.org/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=130&Itemid=479






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