
por Brian H. Edwards marzo 1, 2016
Muchos niegan que la Escritura enseñe su propia
infalibilidad, pero Brian Edwards demuestra que, con base en la Escritura, los
cristianos deben definitivamente sostener la infalibilidad bíblica.
Introducción
“¡No me digas que crees que la Biblia es verdad!, ¿o sí?”
El asombro expresado por los que descubren a alguien que
realmente cree que la Biblia es infalible, suele ser bastante cómico.
Inevitablemente, la siguiente pregunta nos lleva de vuelta a Génesis. Pero,
¿qué quiere decir el cristiano con “infalible?” y, ¿por qué estamos tan
seguros?
¿Inspirado o expirado?
Empecemos por entender lo que queremos decir cuando hablamos
de la Biblia como “inspirada” porque tal palabra nos puede inducir al error.
Este término es el intento de traducir una palabra que se presenta sólo una vez
en el Nuevo Testamento, y no es la mejor traducción, a pesar de que William
Tyndale lo introdujo de nuevo en 1526. Esta palabra se encuentra en 2 Timoteo
3:16, y el griego es theopneustos; que se compone a partir de dos palabras, una
es la palabra para Dios (theos, como en teología) y la otra se refiere al soplo
o viento (pneustos, como en neumonía y neumática). Es significativo que la
palabra se usa en voz pasiva en 2 Timoteo 3:16. En otras palabras, Dios no
“inhaló” (inspiró) toda la Escritura, sino que la “exhaló” (expiró). Por tanto,
2 Timoteo 3:16 no se trata de cómo llegó a nosotros la Biblia, sino de dónde
vino. Las Escrituras son “sopladas por Dios”.
Para saber cómo vino la Biblia a nosotros, podemos recurrir
a 2 Pedro 1:21, donde descubrimos que “los profetas hablaron de parte de Dios,
impulsados por el Espíritu Santo” (NBD). La palabra griega que se usa aquí es
pherō, que significa “conllevar” o “llevar”. Era una palabra familiar que Lucas
usa para cuando el velero era llevado por el viento (Hechos 27:15, 17). Los
escritores humanos de la Biblia ciertamente usaban sus mentes, pero el Espíritu
Santo conducía sus pensamientos de manera que sólo se registraron las palabras
sopladas por Dios. El apóstol Pablo establece el asunto, con claridad, en 1
Corintios 2:13: “. . . lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu”.
La palabra “inspiración” está tan incrustada en nuestro
lenguaje cristiano que la vamos a seguir utilizando, aunque ahora sabemos lo
que realmente significa. Dios exhaló Su Palabra, y el Espíritu Santo guio a los
escritores. La Biblia tiene un solo Autor y muchos escritores (alrededor de
40).
Con estos dos actos de Dios, el haber exhalado Su Palabra y
conducido a los escritores por el Espíritu, podemos llegar a una definición de
inspiración:
El Espíritu Santo movió el alma de los hombres a escribir;
pero les permitió utilizar sus propios estilos, culturas, regalos, y carácter.
También les permitió utilizar los resultados de sus propios estudios e
investigaciones, escribir de sus propias experiencias, y expresar lo que estaba
en sus mentes. Al mismo tiempo, el Espíritu Santo no permitió que el error
influyera en sus escritos, pues gobernó la expresión de sus pensamientos y la
elección de sus palabras. Por ello, registraron con precisión todo lo que Dios
quería que ellos dijeran y exactamente cómo Él quería que lo dijeran, por medio
de sus propios personajes, estilos y lenguaje.
La inspiración de la Escritura es la armonía de la mente
activa del escritor y la dirección soberana del Espíritu Santo para producir la
Palabra inerrante e infalible de Dios dirigida a la raza humana. Dos errores
deben ser evitados aquí: en primer lugar, algunos creen que la inspiración no
es más que una sensibilidad intensificada de parte del escritor hacia la
sabiduría, así como cuando hablamos de una idea o invención inspirada; en
segundo lugar, algunos creen que el escritor no era más que una máquina de
dictado mecánico, que escribía las palabras que escuchaba de Dios. Ambos
errores fallan en dar cuenta, de manera adecuada, del papel activo desempeñado
por el Espíritu Santo y por el escritor humano.
¿Cuánto [de la Escritura] es infalible?
Si en realidad “inspirado” significa “soplado por Dios”,
entonces la afirmación de 2 Timoteo 3:16 es que toda la Escritura, habiendo
sido soplada por Dios, carece de error y por tanto puede ser confiada por
completo. Puesto que Dios no puede mentir (Hebreos 6:18), dejaría de ser Dios
si hubiese exhalado errores y contradicciones, aunque fuera en lo más pequeño.
Mientras le demos el significado real a theopneustos, no nos resultará difícil
entender la infalibilidad de toda la Biblia.
INSPIRACIÓN PLENARIA Y VERBAL SIGNIFICA QUE LA BIBLIA FUE
DADA POR DIOS. . . EN CADA PARTE. . . Y EN CADA PALABRA.
A veces se emplean dos palabras para expresar el alcance de
la infalibilidad bíblica: plenaria y verbal. “Plenaria” viene del latín plenus,
que significa “completo”, y se refiere al hecho de que toda la Escritura en
cada parte es dada por Dios. “Verbal” viene del latín verbum, que significa
“palabra”, y enfatiza que aun las palabras de la Escritura son dadas por Dios.
Inspiración plenaria y verbal significa que la Biblia es dada por Dios (y, por
tanto, infalible) en cada parte (doctrina, historia, geografía, fechas,
nombres), y en cada palabra.
Cuando hablamos de infalibilidad, nos referimos a los
escritos originales de la Escritura. No tenemos ninguno de los “autógrafos”
originales, como se les llama, sino sólo copias, incluyendo muchos ejemplares
de cada libro. Hay pequeñas diferencias aquí y allá, pero en realidad son
sorprendentemente similares. Un erudito del Nuevo Testamento del siglo XVIII
afirmó que ni siquiera la milésima parte del texto se ve afectada por estas
diferencias.1 Ahora que sabemos lo que significa infalibilidad, hablemos de lo
que no significa.
Infalibilidad no significa que toda en la Biblia sea verdad.
Tenemos el registro de hombres que mienten (por ejemplo, Josué 9) e incluso las
palabras del mismo diablo. Pero podemos estar seguros de que son un registro
exacto de lo que ocurrió.
Infalibilidad no significa que no haya aparentes
contradicciones en el texto, porque éstas pueden ser resueltas. A veces se
pueden usar palabras diferentes en el recuento de lo que parece ser el mismo
acontecimiento. Por ejemplo, Mateo 3:11 dice que Juan el Bautista lleva las
sandalias del Mesías, mientras que Juan 1:27 dice que los desata. Juan predicó
durante un período de tiempo, y repetía lo que decía; y, como cualquier
predicador, debía usar diferentes maneras de expresar la misma cosa.
Infalibilidad no significa que cada copia existente sea
infalible. Es importante entender que la doctrina de la infalibilidad sólo se
aplica a los manuscritos originales.
Infalibilidad sí significa que es incorrecto afirmar que la
Biblia sea sólo “aproximadamente precisa”, como algunos lo hacen.2 Eso nos
dejaría con la inseguridad de no saber en qué partes podemos confiar en la
Palabra de Dios.
¿Qué es lo que alega la Biblia?
¿Es cierto que esta visión de infalibilidad, como lo declara
John Goldingay, “no es afirmada por Cristo directamente o dentro de la misma
Escritura”?3 Echemos un vistazo a lo que dice la Biblia acerca de sí misma.
La visión de los escritores del Antiguo Testamento
Los escritores del Antiguo Testamento vieron su mensaje como
soplado por Dios y, por tanto, totalmente fiable. Dios le prometió a Moisés que
enviaría a otro profeta (Jesucristo) que también hablaría palabras de Dios así
como Moisés lo había hecho. “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos,
como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le
mandare” (Deuteronomio 18:18). Se le dijo a Jeremías al principio de su
ministerio que hablaría por Dios. “Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y
me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jeremías 1:9).
La palabra hebrea para profeta significa “portavoz”, y el
mensaje del profeta era en nombre de Dios: “Esta es palabra de Jehová”. Como
resultado, con frecuencia se identificaban a sí mismos con Dios, pues, hablaban
como si Dios mismo estuviese hablando. Isaías 5 revela esto con claridad: en
los versículos 1–2 el profeta habla de Dios en tercera persona (Él), pero en
los versículos 3–6 Isaías cambia a hablar en primera persona (yo); pues estaba
hablando las mismas palabras de Dios. No es extraño que el rey David hablara de
la Palabra del Señor como “intachable” (2 Samuel 22:31; ver también Proverbios
30:5, NVI).
El Nuevo Testamento concuerda con el Antiguo
Testamento
Pedro y Juan consideraban las palabras de David del Salmo 2,
no sólo como la opinión de un rey de Israel, sino como la voz de Dios mismo.
Ellos introdujeron una cita de ese salmo en una oración a Dios, diciendo: “tú,
por medio del Espíritu Santo, dijiste por boca de nuestro padre David, tu
siervo: “¿Por qué se sublevan las naciones y en vano conspiran los pueblos?”
(Hechos 4:25).
Del mismo modo, Pablo aceptó las palabras de Isaías como de
Dios mismo que hablaba a los hombres: “Con razón el Espíritu Santo habló a
vuestros antepasados por medio del profeta Isaías” (Hechos 28:25).
De tal manera estaban convencidos los escritores del Nuevo
Testamento de que todas las palabras de la Escritura del Antiguo Testamento
eran verdaderas palabras de Dios, que llegaron a afirmar: “La Escritura dice”,
cuando las palabras citadas venían directamente de Dios. Como ejemplos tenemos
a Romanos 9:17, que declara: “Porque la Escritura le dice a faraón:” y Gálatas
3:8, en la cual Pablo escribió: “Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham .
. . .” Muchos de los pasajes del Antiguo Testamento citados en Hebreos 1
estaban dirigidos a Dios por el salmista; sin embargo, el autor a los Hebreos
se refiere a estos pasajes como palabras de Dios.
Jesús creía en la inspiración verbal
En Juan 10:34 Jesús citó el Salmo 82:6 y basa su enseñanza
en la frase: “Yo dije: Vosotros sois dioses”. Dicho de otro modo, Jesús
proclamó que las palabras de este salmo eran palabras de Dios. Del mismo modo,
en Mateo 22:31–32 afirmó que las palabras de Éxodo 3:6 les fueron dadas a ellos
por Dios. En Mateo 22:43–44 nuestro Señor citó el Salmo 110:1 y señaló que
David escribió estas palabras “en el Espíritu”, que significa que en realidad
estaba escribiendo las palabras de Dios.
Pablo creía en la inspiración verbal
Pablo basa uno de sus argumentos en el hecho de que una
determinada palabra en el Antiguo Testamento es singular y no plural. Al
escribir a los Gálatas, Pablo afirmó que en las promesas de Dios a Abraham: “No
dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu
simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). Pablo citó Génesis 12:7; 13:15, y
24:7. En cada uno de estos versículos, nuestros traductores utilizan la palabra
“descendientes”, pero la palabra hebrea es singular. La misma palabra se
traduce como “semilla” en Génesis 22:18. El argumento de Pablo aquí es que Dios
no se refería primariamente a Israel como la descendencia de Abraham, sino a
Cristo.
Lo que es significativo es la manera en que Pablo llama la
atención al hecho de que la palabra hebrea en Génesis es singular. Esto
demuestra una creencia en la inspiración verbal, ya que era importante para
Pablo el que Dios usara el singular o plural en estos pasajes del Antiguo
Testamento. Por tanto, no es de extrañar que Pablo escribiera que una de las
ventajas de ser judío era el hecho de que “. . . les ha sido confiada la
palabra de Dios” (Romanos 3:2). Incluso muchos críticos de la Biblia concuerdan
en que las Escrituras enseñan claramente la doctrina de la infalibilidad
verbal.
Auto-autenticación
Decir que la Biblia es la Palabra de Dios y por tanto es
infalible porque la misma Biblia hace esta afirmación, es vista por muchos como
razonamiento circular. Es como decir: “Ese preso debe ser inocente porque dice
que lo es”. ¿Se justifica que apelemos a la propia afirmación de la Biblia en
el establecimiento del asunto de su autoridad e infalibilidad?
PUESTO QUE LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS, DEBEMOS ESCUCHAR
A LAS AFIRMACIONES QUE HACE DE SÍ MISMA.
En realidad, usamos “auto-autenticación” todos los días.
Siempre que decimos: “creo” o “pienso” o “soñé”, hacemos una afirmación que
nadie puede verificar. Si la gente fuera fiable, el testimonio de uno mismo
siempre sería suficiente. En Juan 5:31–32 Jesús dice que el auto-testimonio es
normalmente insuficiente. Más adelante, cuando Jesús afirma: “Yo soy la luz del
mundo” (Juan 8:12), los fariseos intentaron corregirle diciendo: “Tú das
testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero” (Juan 8:13). En
su defensa, el Señor mostró que en este caso, puesto que Él es el Hijo de Dios,
Su auto-testimonio es fiable: “Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi
testimonio es verdadero. . .” (Juan 8:14). El auto-testimonio es fiable cuando
el pecado no interfiere, pues Jesús es Dios y por tanto sin culpa (hecho que es
confirmado por Sus críticos en Juan 8:46), Sus palabras son confiables. De la
misma manera, puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, debemos escuchar a
las afirmaciones que hace de sí misma.
Gran parte del relato bíblico es tal que si Dios no la
hubiese revelado, nunca la habríamos conocido. Muchas teorías científicas
proponen cómo llegó a existir el mundo. Algunas de estas teorías difieren
ligeramente entre sí, pero otras son contradictorias. Esto demuestra que nadie puede
estar completamente seguro acerca de estos asuntos, porque ningún científico
estuvo allí cuando sucedió todo. Si Dios, quien estuvo allí, no lo hubiese
revelado, nunca lo sabríamos con certeza. Lo mismo es cierto para todas las
grandes doctrinas de la Biblia. ¿Cómo podríamos estar seguros de la ira de Dios
contra el pecado, de Su amor por los pecadores, o de Su plan de escoger a un
pueblo para sí mismo, si Dios mismo no nos lo hubiese dicho? Hilario de
Poitiers, teólogo del siglo IV, afirmó en cierta ocasión: “Sólo Dios es testigo
adecuado de sí mismo”, y nadie puede mejorar tal aspecto.
¿Quién cree en esto?
La creencia de que la Biblia es infalible no es nueva.
Clemente de Roma del siglo I, escribió: “Escudriña cuidadosamente las
Escrituras, las cuales son las verdaderas declaraciones del Espíritu Santo.
Observe que nada de carácter injusto o falsificado está escrito en ellas”.4 Un
siglo más tarde, Ireneo concluyó: “Las Escrituras son, en verdad, perfectas, ya
que fueron pronunciadas por el Verbo de Dios y su Espíritu”.5
Ésta era la visión de los líderes de la iglesia primitiva, y
ha sido la visión consecuente desde los evangélicos de los antiguos valdenses
del Valle Piamonte hasta los reformadores protestantes del siglo XVI de Europa
y hasta el día de hoy. No todos usaban los términos “infalibilidad” o
“inerrancia”, pero muchos expresaron los conceptos, y no hay duda de que lo
creyeran. Es el liberalismo que ha adoptado un nuevo enfoque. El profesor
Kirsopp Lake de la Universidad de Harvard, admitió: “Somos nosotros [los
liberales] que nos hemos apartado de la tradición”.6
¿Tiene importancia alguna?
¿Es acaso el debate acerca de la infalibilidad de la Biblia
un simple subterfugio teológico? ¡Absolutamente no! La cuestión de máxima
autoridad es de enorme importancia para el cristiano.
La infalibilidad rige
nuestra confianza en la verdad del Evangelio
Si la Escritura no fuese fiable, ¿podríamos ofrecer al mundo
un evangelio confiable? ¿Cómo podemos estar seguros de la verdad sobre asunto
alguno si tenemos sospechas de errores en la Biblia? Un piloto aterrizará su
avión, incluso bajo la sospecha de la falla de menor importancia, porque es
consciente de que un fallo destruye la confianza de toda la máquina. Si la
historia contenida en la Biblia fuese incorrecta, ¿cómo podríamos estar seguros
de que la doctrina o enseñanza moral en ella sea correcta?
La historia es el corazón del mensaje cristiano. La
encarnación (Dios hecho hombre) fue demostrado por el nacimiento virginal de
Cristo. La redención (precio pagado por nuestra rebelión) se obtuvo por la
muerte de Cristo en la cruz. La reconciliación (privilegio del pecador de
convertirse en amigo de Dios) fue adquirida a través de la resurrección y
ascensión de Cristo. Si estos eventos registrados no son verdaderos, ¿cómo
sabemos que la teología detrás de ellos sea cierta?
La infalibilidad rige nuestra fe en el valor de Cristo
No podemos tener un Salvador fiable sin una Escritura
fiable. Si, como muchos sugieren, los relatos de los evangelios no son
históricamente verdaderos y las palabras registradas de Cristo son Suyas
ocasionalmente, ¿cómo sabemos en cuál cosa podemos confiar acerca de Cristo?
¿Debemos confiar en las interpretaciones contradictorias de una serie de
críticos estudiosos antes de que sepamos cómo era Cristo o qué es lo que Él
enseñó? Si los relatos del Evangelio no son más que el resultado del
pensamiento desiderativo de la iglesia del segundo o tercer siglo, o incluso
las opiniones personales de los autores de los evangelios, entonces nuestra fe
ya no descansa en Jesús, sino en las opiniones de los hombres. ¿Quién podría
confiar en un Salvador no-fiable para su salvación eterna?
La infalibilidad rige nuestra respuesta a las
conclusiones de la ciencia
Si creemos que la Biblia contiene errores, entonces
aceptaremos con rapidez las teorías científicas que parecen probar el yerro de
la Biblia. En otras palabras, permitiremos que las conclusiones de la ciencia
dicten la exactitud de la Palabra de Dios. Cuando dudamos de la infalibilidad
de la Biblia, tenemos que inventar nuevos principios para la interpretación de
la Escritura que por conveniencia convierten a la historia en poesía y a los
hechos en mitos. Esto significa que las personas deben preguntarse qué tan
confiable es un pasaje dado cuando recurren a él. Sólo entonces podrían decidir
qué hacer con él. Por otro lado, si creemos en la infalibilidad, probaremos por
la Escritura las teorías precipitadas que a menudo vienen a nosotros en nombre
de la ciencia.
La infalibilidad rige nuestra actitud a la predicación
de la Escritura
La negación de la infalibilidad bíblica siempre conduce a
una pérdida de confianza en las Escrituras, tanto en el púlpito como en las
bancas. No fue el crecimiento de la educación y la ciencia que vaciaron las
iglesias; tampoco fue el resultado de las dos guerras mundiales, sino que fue
la fría “falta de animación” del liberalismo teológico. Si la historia de la
Biblia es dudosa y sus palabras están abiertas a debate, entonces, se entiende
que la gente pierde la confianza en ella. La gente quiere autoridad, quieren
saber lo que ha dicho Dios.
La infalibilidad rige nuestra fe en el confiable
carácter de Dios
Casi todos los teólogos concuerdan, en alguna medida, en que
la Escritura es la revelación de Dios a la raza humana. Pero admitir que
contiene errores implica que Dios ha conducido mal la inspiración y ha
permitido que Su pueblo sea engañado por siglos hasta que los eruditos modernos
desenredaran la confusión. En resumen, [es admitir que] el Hacedor embarulló
las instrucciones.
Conclusión
Una iglesia sin la autoridad de las Escrituras es como un
cocodrilo sin dientes; puede abrir la boca, con frecuencia, y tan grande como
quiera, pero ¿a quién le importa? Afortunadamente, Dios nos ha dado Su Palabra
inspirada, inerrante, e infalible. Su pueblo puede hablar con autoridad y
denuedo, y podemos estar seguros de que tenemos las instrucciones de Dios para
nuestras vidas.
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Tomado de: https://answersingenesis.org/es/biblia/por-que-debemos-creer-en-la-infalibilidad-de-la-escritura/
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